Alexander
Kluge,
A
SALTOS CON SATÁN
(Texto publicado en Revista de Libros de El Mercurio en 2007)
Abogado en retiro, discípulo de T. W. Adorno
y cineasta, Alexander Kluge (1932) es parte nuclear del llamado Nuevo Cine Alemán,
junto a Herzog, Fassbinder y Wenders. Además de sus películas, Kluge ha escrito
un par de libros que lo han hecho acreedor de un admirado análisis por parte de
W. G. Sebald, quien en su libro póstumo Campo
Santo lo capta medio a medio:
“El arte de Kluge consiste en dar a conocer la gran corriente de la fatal
tendencia seguida hasta ahora por la historia, en sus detalles”.
Originalmente, en su
edición alemana de 2003, El hueco que deja el diablo consta de
quinientos textos (“detalles”), de los cuales el autor seleccionó ciento
setenta y tres para una edición norteamericana, que es la que Anagrama
reproduce.
“Un diablo no muere; cambia
de forma”, se lee hacia el final del libro. El registro de esas infinitas mutaciones
es el ambiguo común denominador de estas historias donde brilla tanto el diablo
como su ausencia, pues también éste obra por omisión, y no siempre se muestra
astuto: “Es posible que el diablo se guíe todavía por una idea obsoleta del
poder”. Para seguirle la pista al “segundo Todopoderoso”, Kluge se sirve de la crónica
periodística, la nota erudita, la alegoría, el comentario histórico, la
efeméride científica, la discusión legal, los cuentos de guerra, la historia amorosa,
la foto comentada (a lo Sebald), la confesión novelesca y la especulación
filosófica. Se sirve de ellas y se sirve bien. Y acompañado de citas falsas y
citas reales, de notas e imágenes, de información matemática y estudios de
física, resume historias que van de la Grecia clásica al 11/S, pasando por la Alemania nazi, Chernóbil,
la Inquisición ,
el cine moderno, África, Kant, el circo, Rusia, la Biblia , Brasil, el mundo
submarino, la literatura, la perrita Laika, Sarajevo, la Casa Blanca , la vez
que casi dinamitan la torre Eiffel y los niños sobrevivientes que fueron
repartidos al azar, por negligencia, tras la Segunda Guerra Mundial.
Mediante hipotéticas
entrevistas con los protagonistas, Kluge interrumpe las narraciones por boca de
un preguntador anónimo a medio camino entre el detective, el filósofo y el niño
que exige explicaciones para aquello que se da más rápidamente por sentado,
como para asegurarse de que el interlocutor no se esté valiendo de lugares
comunes, de ideas huecas. Y si bien el humor no es central, hay contados
momentos, justamente en estas entrevistas, en que se asoma y, cabe decir, es
endiabladamente corrosivo.
Imposible interesarse por
todo. El mismo autor lo insinúa, sin falsa modestia, en el prólogo. Y es
natural, pues se trata de un libro ambicioso, raro, lanzado, cuya lectura
produce entusiasmo y permite saltos como saltos se permite el narrador y,
principalmente, “Satán, el Tentador”.
EL HUECO QUE DEJA EL DIABLO
Alexander Kluge
Anagrama, Barcelona, 2007, 377 páginas.
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