SICOSEO MUSICAL
Escrito “sin
menoscabo del respeto por lo espiritual”, Musicofilia.
Relatos de la música y el cerebro es una nueva y efectiva vuelta de tuerca
a lo que el neurólogo inglés Oliver Sacks (1933) viene haciendo desde los años
60: la búsqueda, o a estas alturas más bien el asentamiento y la profundización,
de una “ciencia romántica” –la acepción es del neurobiólogo ruso Alexander Luria–.
Y cuando Sacks reivindica tal cosa como una ciencia romántica lo que busca es sustentar
una escritura en la que se intersecten “hechos y fábulas”, sumándose, en vez de
restarse, el científico con el romántico. Mejor que nadie lo dice el mismo
Sacks en el prefacio a su libro más conocido, El hombre que confundió a su mujer con un sombrero: “Para situar de
nuevo en el centro al sujeto (el ser humano que se aflige y que lucha y padece)
hemos de profundizar en un historial clínico hasta hacerlo narración o cuento”.
Y efectivamente los historiales que lleva décadas publicando no obvian al
sujeto, no pasan por alto al individuo, sino que, al contrario, lo relevan, lo sitúan en el centro del pensamiento médico,
subvirtiendo la tendencia de los relatos clínicos modernos “que aluden al
sujeto con una frase rápida que podría aplicarse igual a una rata que a un ser
humano”.Con sus incontables historias
de individuos concretos, ofrecidas en vez de descripciones de la especie o
tipologías anónimas, vuelve Sacks, como ocurría en la literatura médica que
admira del siglo XIX (y la del “maestro Freud” en el XX), a no olvidarse de lo
particular, entendiendo que la mejor, sino la única, manera de conocer y
entender a la humanidad es mirando a los seres humanos. Y todo esto lo hace
Sacks con máximo rigor científico y con claridad y amenidad e incluso, si se
tercia –como en Con una sola pierna– oficiándolas
sin pudores de confesor impenitente.Al cruzar los métodos
de observación y análisis propios de la ciencia neurológica con una escritura y
una indagación de lo individual propia de las artes y las humanidades, Sacks se
abre paso por tierra fértil para la buena literatura, fértil cuando hay, como
en su caso, inteligencia, generosidad, gracia y una buena dosis de obsesión y
de humor. No se sobregiraba Auden cuando, poco antes de morir, decía de Migraña –el primer libro de Sacks, publicado
en 1970– que era una “obra maestra”.De manera tan inespecífica
como la memoria era el común denominador en El
hombre que confundió a su mujer con un sombrero, la música lo es en Musicofilia, libro que muestra cómo un
golpe, un accidente, un tumor, un rayo o cualquier atentado al equilibrio
neurológico del ser humano puede cambiar, de una vez y para siempre, y para
bien o para mal, su carácter, su personalidad, su habla, su trabajo, todo, su
vida entera algunas veces, su familia, su paz, su sexualidad.La edición que
publica Anagrama incluye las adendas que en la segunda edición Sacks hizo,
incorporando correspondencia de lectores, críticas, nuevas informaciones
aparecidas. El libro está dividido en cuatro partes que completan 29 relatos,
pero en realidad son muchos más, pues –y en esto confiesa inspirarse en Las mil y una noches– en cada relato Sacks
intercala varios más, ya sea como notas al pie, comentarios, paréntesis,
contrapuntos o posdatas. Se suceden, así, entre otros cuadros, alucinaciones
musicales, llamativos tics sonoros, fobias repentinas a tales o cuales sonidos,
amusias y padecimientos de músicas pegajosas –jingles del carajo, “gusanos
cerebrales”– que poseen e irritan y avergüenzan. Además, Sacks cada tanto se
introvierte para dar cuenta de sus propias vivencias pelando cables con la
música.Musicofilia como título parece equívoco,
toda vez que este libro también hubiera podido llamarse Musicofobia: no es principalmente de amor a la música de lo que se
trata todo esto, sino del terror a ella que se apodera, de las maneras más
insospechadas y crueles, de los pacientes, a cada uno de los cuales Sacks
atendió personalmente en los hospitales y centros en los que trabaja.
Profesor de
neurología clínica y psiquiatría en la Universidad de Columbia, Sacks tiene una
sólida y sabrosa cultura humanista, musical y especialmente literaria, lo cual
se nota en éste y en todos sus libros, pero cómodamente, sin asomo de
pedantería y siempre con gran pertinencia. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando
ilustra y ameniza lo que va contando con citas o chismes de Mark Twain, de Somerset
Maugham, de Eliot, de Nabokov. Como casi todos los
libros de Sacks publicados en español, Musicofilia
tiene relatos prescindibles, por repetitivos o por adivinables. Pero son minoría
frente a los muchos que son memorables. Se podría hacer, y el resultado sería
una maravilla, una antología con los mejores relatos de Sacks, entre los que no
podrían faltar “La dama descarnada”, de El
hombre que confundió…; “Vida de un cirujano”, de Un antropólogo en Marte; un lote grande del alucinante Despertares; y, de Musicofilia, “Todos juntos”, “Dedos fantasmas” y “Un acontecimiento
inesperado”, este último el sorprendente caso de Tony Cicoria, un deportista y cirujano
ortopédico que, tres semanas después de recibir un rayo en la cabeza, se
convierte, de la nada, en un pianista compulsivo, bastante talentoso según el
examen de una musicóloga y muy apasionado, tanto que su mujer termina por
pedirle el divorcio.Musicofilia, en suma, es un empadronamiento,
chistoso y dramático a partes iguales, del incierto mundo de la mente humana y
sus anomias y sicoseos musicales, un libro que refrenda la existencia de un
misterio cuyo perturbador alcance dejó indicado Thomas Bernhard en sus
conversaciones con Krista Fleischmann: “Al parecer todos morimos con música en
la cabeza, me lo dijeron una vez. Cuando todo ha desaparecido ya –inteligencia,
personas, recuerdos–, siempre sigue habiendo música en ella”.
MUSICOFILIA
Relatos de la música y el cerebro
Oliver SacksAnagrama, 2009, 464 páginas
MUSICOFILIA
Relatos de la música y el cerebro
Oliver SacksAnagrama, 2009, 464 páginas
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