jueves, 31 de julio de 2014

El Dificulto

Lo dificulto. Dos sentidos tiene esta expresión. Uno: lo veo difícil. Otro: le pongo dificultad, lo trabo. Hay quienes dificultan en un sentido y quienes dificultan en el otro. Y hay también Seres Dificultos, Dificultosos Integrales, personas que, temerosas, timoratas, desconfían de las posibilidades de todo y, además, cuando a pesar de ellos algo logra ser echado a andar, se dedican a trabarlo con infinidad de peros, de problemas imaginarios, de preocupaciones que nada suman, ni restan, solamente truncan. Conocí a uno, le decíamos justamente El Dificulto. Su frase típica era, más bien, un mero ruido, un monosílabo muy chileno por lo demás: Eeeh. No era el típico Eeeh de quien piensa o vacila en un punto antes de pronunciarse sobre algo; tampoco era el Eeeh característico del que se esfuerza en rescatar de la memoria auditiva inmediata lo que el interlocutor le acaba de decir; era el Eeeh de quien está pensando en cuál detalle inconducente y aburrido detenerse como primera tentativa para dificultarlo todo, y así la nada reina, la nada anda, la nada nada.

miércoles, 16 de julio de 2014

Ponte chaleco

Alguien tuiteó hace poco algo que rápidamente fue retuiteado una y otra vez. Fue un golpe de humor. Comentando los títulos de las teleseries nocturnas de Televisión Nacional de Chile, posteó: "primero Vuelve temprano, luego No abras la puerta, ¿cuál vendrá después? ¿Ponte chaleco?". El masivo retuiteo fue justo. El humorista de ocasión se había adelantado detectando e indicando en el superyó del equipo guionista, como un hacha, enclavado el discurso de la Madre Protectora Nacional, recogiendo para hacerlo evidente una tercera frase posible de Ella, siempre pronunciada tal cual por cada una de las verdaderas madres protectoras y sobreprotectoras de Chile, "Pónte chaleco", siempre en modo imperativo. Luego surgieron ingeniosos tardíos que agregaron tuiteos como "Cómete todo", "Lávate los dientes", etcétera, e incluso algunos desafinados con frases como "No prestes el asterisco" o "Échate el forro pa' atrás", pero ninguno, menos estos últimos, claro está, consiguió el efecto cómico del primero, y no sólo por segundones, sino porque la frase precisa, la que había que poner para que el chiste fuese óptimo, cabal, era justamente esa: "Pónte chaleco", apenas dos palabras que, asociadas, activan tanto recuerdo y tanto pensamiento en tanto chileno nacido. La buena madre, el calador frío chileno del otoño, del invierno y de una parte de la primavera, el chaleco como prenda clave, la displicencia adolescente ante el bravo clima nacional, la inercia de frases que se repiten como un mantra una y otra vez por parte de los padres, pero también el genuino gesto afectivo y protector de los mismos que insta a reemplazar, más que sea, el techo por un chaleco, o sea por lana, o sea por piel, ese sucedáneo posnatal de la placenta, único órgano verdaderamente eficaz para cobijarnos ante la hostilidad del mundo. 

martes, 8 de julio de 2014

Breve nota sobre los ensayos y crónicas de Fabián Casas


Los asuntos de que tratan no son estrafalarios, ni siquiera novedosos –la vida de Borges, la lectura de Bolaño, Buenos Aires y Santiago, Batman o el mito de Sylvia Plath–, pero siempre hay un giro novedoso para cada asunto abordado, giro que es mezcla del tono sensato y el aire salvaje que caracterizan a Casas, y siempre en la prosa una sorpresa.

sobre La voz extraña de Fabián Casas