Karl Kraus,
LA ELOCUENCIA DE UN DETECTOR DE MIERDAS
Karl Kraus fue una bestia de letras, un hombre clave en la cultura austríaca a principios del siglo XX, principalmente por la revista satírica que
dirigió durante 37 años, de los cuales buena parte fue no sólo su editor,
financista y distribuidor, sino también su único redactor. En dicha revista –que
gustó, divirtió y hasta influenció a Elias Canetti y Thomas Bernhard, para
decirlo todo de una vez en materia de relevancia–, así como en su desbordado libro
Los últimos días de la humanidad, Kraus se dedicó, con ingenio, ironía
demoledora la mayoría de las veces y una lucidez furiosa cuando no quedaba
otra, a acusar la idiotez, la prepotencia y la vulgaridad que campeaban el
viejo mundo, develando hipocresías, falsas moralidades y, en general, cualquier
tipo de estafa, particularmente las que se hacían mediante usos malévolos del
lenguaje. Por esto último es que buena parte de sus dardos van dirigidos hacia
los poderosos y, más específicamente, hacia la prensa, hacia los periódicos de
ese entonces, tan sesgados en su presunta objetividad como algunos de hoy día:
“Tengo la publicación de anuncios sexuales por la más meritoria de todas las
tendencias propias de la prensa liberal”, dice criticando a diarios que,
mientras llevan avisos de este tipo en sus páginas, condenan en sus editoriales
el ejercicio del comercio sexual. En esta misma línea, Kraus repasa la
contranatural dualidad con que en Occidente se viven la sensualidad y la
moralidad, despachando el asunto con elocuencia nietzscheana: “Acaban de
cumplirse 1908 años desde que empezó ese celoso combate entre dos principios
vitales, en que la indignación se nutre del deseo y el deseo de la indignación,
en el que el mundo se vuelve cuanto más indecente más moral y cuanto más moral
más indecente”. Y es que Karl Kraus, como dice Adriana Valdés de Enrique Lihn,
parecía tener en su cerebro un detector de mierda. Y a las mierdas no solamente
las detectaba sino que también las denunciaba a los gritos, con humor, malicia
y versatilidad, dirigiéndose a los cuatro vientos, soplaran estos para donde
soplaran.
Ahora se ha publicado el libro La Antorcha (Acantilado, 2011, 560
páginas), una selección de sus artículos en Die Fackel. Siendo el
espíritu de la época lo que a Kraus apasionó y obsesionó, es natural que sean
asuntos de este misceláneo libro desde Rosa Luxemburgo hasta la publicidad de
preservativos, pasando por la guerra, la burguesía, Hugo von Hofmannsthal, los
alcances de un terremoto (“La estupidez es un desastre natural con el que un
terremoto no puede rivalizar”), ciertos procesos judiciales y la dudosa labor
fiscalizadora que ejerce la policía con ciertas prostitutas, cuya mecánica
perversa (“El método de tener el castigo de un delito por más fructífero que su
evitación”) puede tener resonancias coyunturales para el lector chileno.
También, entre largos ensayos y aforismos, entre reseñas de libros y
noticias comentadas, Kraus se adentra en los terrenos de la especulación
histórico-cultural, llegando a sostener, en base a un escrito que le pilló, que
Leonardo Da Vinci sería el inventor del submarino.
Ilustrativo de la ironía y la libertad con que pensaba y se expresaba
Kraus es un breve intercambio epistolar incluido en este libro (que, al igual
que Los últimos días de la humanidad, fue traducido por Adán Kovacsics,
un admirable obseso de Kraus). El intercambio, elocuentemente titulado "Efectos y consecuencias de la Revolución rusa sobre la literatura universal", consta de la carta que le manda un agente
cultural soviético y la respuesta que le da, sin dejarse esperar, Kraus. Aquí van:
Berlín, 14 de Septiembre de 1924
Muy distinguido señor Kraus:
Por encargo de la redacción del semanario moscovita Krassnaia Niva, la
revista literaria de mayor difusión, dirigida por Lunacharski (comisario de
instrucción) y Steklov (redactor del periódico Isvestia), nos dirigimos a usted
por el siguiente asunto.
Para celebrar el aniversario de la revolución de Octubre, Krassnaia Niva
ha emprendido una encuesta entre las personalidades más destacadas en el campo
del arte y de la literatura, con el fin de determinar por esta vía cuáles son
los logros de la revolución de octubre rusa de 1917 para la literatura
universal. La pregunta es la siguiente:
¿De qué tipo son a su juicio los efectos y consecuencias de la
revolución rusa de 1917 para la cultura mundial?
Nos permitimos pedirle cortésmente que participe en la encuesta y que
envíe su estimada respuesta – entre diez y veinte líneas–, en la medida de lo
posible con fotografía y autógrafo, a nuestras oficinas hasta el 10 de octubre
a más tardar.
Agradeciendo cordialmente de antemano su respuesta y confiando en contar
muy pronto con ella, le saluda,
Su seguro servidor
representante de Isvestia y Krassnaia Niva,
J. Gakin
Viena, 4 de Octubre de 1924
Muy distinguido señor Gakin:
Los efectos y consecuencias de la revolución rusa de 1917 para la
cultura mundial consisten a mi juicio en que los representantes más destacados
en el campo del arte y de la literatura son invitados por los representantes de
la Revolución rusa a comunicar entre diez y veinte líneas, en la medida de lo
posible con su fotografía y autógrafo, o sea, totalmente en el espíritu del
periodismo prerrevolucioanrio, su opinión respecto a los efectos y
consecuencias de la revolución rusa de 1917 para la literatura universal, lo
cual, en efecto, se puede realizar a veces en las entre diez y veinte líneas
prescritas.
Muy atentamente,
Su seguro servidor,
Karl Kraus
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